Los cambios que se producen en nuestras ciudades son imparables. En España, como en la Comunidad Valenciana, están llegando, aunque con retraso, y no solo por los cambios políticos que se han producido en muchos ayuntamientos sino por una tendencia global general que se está imponiendo con muchas dificultades en todo el mundo. Algunos de esos cambios agitan nuestro modo de vida, pero son inevitables. La contaminación medio ambiental, el estancamiento y envejecimiento de la población, la despoblación radical de las zonas rurales, el problema del cambio climático, el riesgo de exclusión social que afecta aproximadamente a un tercio de las personas, el problema de la energía… Los cambios, por tanto, no solo son inevitables sino que son estrictamente necesarios. Las organizaciones vecinales, en este proceso, deben estar presentes para garantizar la COHESIÓN SOCIAL, UN DESARROLLO SOSTENIBLE en un MARCO DE PARTICIPACIÓN. La ausencia de la presencia vecinal se suplirá por agentes sociales que, legítimamente o no, impondrán en este proceso de cambio hegemonías ajenas al interés de la mayoría. La tarea principal del movimiento vecinal será estar defendiendo lo que consideramos justo para el conjunto mayoritario de la población desde nuestra característica visión territorial y con una perspectiva de futuro.